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Varsovia, ponte guapa !!!

Volviendo a casa, observo con resignación el paisaje urbano. Cómo puede ser tan feo.

Varsovia me recuerda a aquellos cuentos de Samuel Beckett donde todo eran palabras inconexas. Chocante, motivador, innovador. Transgresor . Pero no relaja, no facilita. No embellece.

El arte contemporáneo se hace difícil de entender porque en su búsqueda de la filosofía, los artistas han desplazado la belleza.

Entro en un museo, en una galería, y me importa relativamente encontrar más pensamiento que estética.

Pero a la ciudad donde vivo, no le perdono esta estética comunista intentando ser camuflada a base de edificios ultra modernos que, a pesar de ser más altos que el resto, todavía no saben defenderse solos.

Es sabido que cada ciudad es un reflejo de su historia. Varsovia fue destruida casi en su totalidad, y posteriormente reconstruida, algunas partes en beneficio a la memoria histórica, algunas muchas otras, con los ideales de igualdad comunista.

Pero hoy, cuando camino por la ciudad, ya no recuerdo que en esta franja donde yo ahora vivo, era parte del gueto. Tampoco  tengo una constante consciencia de estar pisando el barrio judío.

Cuando levanto la cabeza, busco un poco de luz entre los edificios de hormigón intentando visualizar una estética nueva. Hoy, vivir en un edificio comunista ya no es un símbolo de igualdad, si no de desigualdad.

Supero la historia y me gana el presente. Me niego a sucumbir al antiesteticismo.