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Monarcas + Plebeyos = 0

Un periodista le preguntaba a la octogenaria Duquesa de Alba  qué opinaba sobre el hecho de que actualmente los miembros de la monarquía se casasen con plebeyos. “Es lo que se lleva ahora”, contestó, lo que por supuesto no me gusta nada, entendí yo.

Pues a mí tampoco, Duquesa.

Una de las principales y más importantes funciones de la monarquía es la diplomacia, ya que bajo este concepto amparan muchas de las críticas que reciben por ser una institución anacrónica y con cada vez más carencias.

Originariamente, uno de los preceptos monárquicos era el de unir países y de esta manera crecer territorialmente con toda la integración que esto podía comportar (política, comercial, económica, lingüística…)
Los grandes banquetes y los privilegios eran ciertamente merecidos, ya que detrás de cada enlace matrimonial, había un gran esfuerzo de estrategia diplomática.

En la actualidad, para obtener beneficio de otros países, o bien se invaden, o bien se forman relaciones comerciales.

Por eso me pregunto: ¿Es necesaria una monarquía?

En realidad, si las cosas se hiciesen bien, no estaría de más. Un lazo familiar hace que las relaciones se refuercen y se vuelvan casi indestructibles.

Analizo la función diplomática que ha ejercido el Príncipe Felipe casándose con la asturiana Letizia. Y concluyo que ninguna, porque al formar Asturias parte de la Península anteriormente a dicho matrimonio , España gozaba ya del derecho de extraer de Asturias  todo aquello que necesitase.

En cambio, si por ejemplo, el Príncipe Felipe se hubiese casado con la Princesa Madeleine de Suecia, el lazo entre España y Suecia sería mucho más productivo. Quién sabe si alguna planta de producción de Ikea se realizaría en algunas de nuestras mesetas. O si el mito de las suecas volvería a revitalizarse impulsando así mismo el turismo de Lloret.

Igualmente sucede con Victoria de Suecia. No consigo entender qué provecho social extrae el pueblo sueco de que se haya esposado con su entrenador personal.

Los monarcas lo quieren tener todo, y en realidad, podrían tenerlo sin necesidad de poner en peligro su institución: Tal y como antaño les decían las madres a sus hijas en los matrimonios concertados, “el amor surgirá con el tiempo”.